Lentamente, y de una manera especial y sublime te vas apoderando no sólo de mi pensamiento, también de mis emociones, de mis sentimientos, en fin, de toda yo; te siento en mis labios, siento tu beso en la frente, te siento en mis brazos, en mis manos... Siento la tuya tomando mis dedos, jugando con ellos y después tocando mi corazón.
Si bien es cierto, ha sido un día triste, podría compararlo con una imagen gris, una fotografía a la cual el contraste no le ayuda y todo se ve más monótono que nunca, pero la monotonía parece desvanecerse y en su lugar queda el hermoso brillo de tu sonrisa, no hay forma de ver mas allá...
Percibo tu voz, no logro distinguir las palabras, pero te oigo a lo lejos, te vas acercando y te quedas callado.
Me miras, me lanzas una mirada que me hiela el cuerpo pero que da una calidez incomparable a mi alma.
Al tenerte aquí, sentirte tan cerca, tan mío; de tu boca emanan palabras dulces, llenas de alegría y color, de libertad y optimismo.
Nunca fallas en hacerme sentir mejor, nunca, ni por un momento dejas de ser mi mayor apoyo, mi pretexto mas hermoso para sonreír a todo momento, mi fuerza y sobre todas las cosas mi amor, mi amor por seguir adelante, por la vida, por la naturaleza, mi amor a ti, mi amor al amor.
Es impresionante como te acabas las palabras en mi mente, tan rápidamente me has dejado sin mas que decir y me dejas sólo tu nombre y tu silueta dando vueltas en mi cabeza, recordándote, imaginándote, amándote ... Gracias.
Gracias por ser quien eres, gracias por dejarme ser quien soy; gracias por ser conmigo.
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